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sábado, 12 de febrero de 2011

VALOR DE LEY

Venganza y perdón. Dos términos que encajan a la perfección con el de Western. También solemos asociar a este género tipos duros, alcohol, chulería, malnacidos y el típico personaje "llanero solitario". Pues bien, algo así encontramos en esta película, pero todo matizado por el característico estilo Coen.
Matty es una niña de 14 años, mentalmente más adulta que sus mayores, que contrata al alguacil Coghburn para vengar la muerte de su padre. La historia parece más de lo mismo, y así es, solo que sus tan definidos personajes le dan ese toque diferenciador. Pero no nos engañemos, la historia es plana, sin giros de guión demasiado impactantes hasta casi llegar al final, donde aun así decepciona bastante el papel del malo de la película.
Normalmente los Coen mezclan personajes y diálogos exquisitos con historias algo más normalitas, y suelen hacer grandes películas cuando perfeccionan al mismo nivel la historia que los personajes, como en el caso de Fargo, No es país para viejos o Muerte entre las flores. Pero si le dan demasiado peso a los personajes, haciendo que lleven ellos la historia al 100%, sin buscarle más trabas al objetivo del personaje, el resultado son películas buenas, pero nada más, más fáciles de caer en el olvido y que no te asalte ese pensamiento de: "oh que grande es" al pensar en ellas, como es el caso de Crueldad Intolerable, Quemar después de leer, y de la que nos concierne ahora, Valor de ley.
Aún así es una película que hay que ver para poder compararla a su predecesora, protagonizada por John Wayne (que por cierto se llevó el Oscar a mejor actor, al que ahora está nominado Jeff Bridges por el "mismo" papel), además de para disfrutar de unos diálogos afilados y cargados de ese humor tan Coen, de una fotografía que recuerda a las páginas gastadas de un cuento de Los Hermanos Grimm, y de los admirables a la vez que ridículos protagonistas de esa historia.

Un acierto: la escena de Coghburn en "tiro a la torta"
Un fallo: demasiado centrada en los personajes

3 estrellas

miércoles, 9 de febrero de 2011

EL DISCURSO DEL REY


Un aspirante a rey tartamudo. Eso es todo lo que necesita Tom Hooper para convertir una sencilla anécdota en una película sobre la superación, la amistad y la teatralidad de la vida monárquica. Y todo ello con un resultado más que notable.
Colin Firth se pone en la piel (y el habla) del rey Jorge VI, un papel con el que por fin poder ver el potencial de este actor, del que no destacaba ningún trabajo anterior antes de A Single Man (2009). Con este nuevo papel, Firth se convierte en un firme candidato al Oscar. E incluso su compañero de reparto Geoffrey Rush podría llevarse la estatuilla menor, si no fuera porque parece destinada (y merecidamente) a acabar en manos de Christian Bale.
La dupla que forman Firth y Rush, el Rey y su "peculiar" logopeda, es la fuerza de la película. En el laborioso y tortuoso proceso de amistad entre ambos reside el jugo de la historia, con varias escenas dignas para el recuerdo cada vez que el Rey practica su habla con el doctor.
En un film con un protagonista tartamudo, lo que más destaca son los silencios, silencios que el Rey tiene que evitar para cumplir su objetivo, silencios que son incómodos para los demás y para el espectador, silencios que se traducen en enormes vacíos en los rompedores y arriesgados planos de Hooper, con mucho aire a un lado, y que contrastan con la clasicidad y formalidad de la historia y del tratamiento en general. A destacar especialmente el plano del Rey alejándose después de discutir con el doctor, una obra maestra de la dupla entre un plano estético y un plano que hable más que las pa-pa-palabras.

Un acierto: Los ensayos del Rey con Logue
Un fallo: Que la gente hable tan bien de ella, que luego sepa a poco

4 estrellas


lunes, 7 de febrero de 2011

THE FIGHTER


¿Que pasaría si dentro de una cazuela pusieras unos gramos de Million Dollar Baby, unos mililitros de Cinderella Man y un suave toque de Rocky? Pues que de ahí saldría The Fighter, una película con el boxeo de telón de fondo, pero que como todas, quiere reflexionar sobre algo que no es este deporte. ¿Y sobre que suelen reflexionar estas películas? Pues sobre el dinero, la familia, y el barrio. Así que The Fighter no iba a ser menos.
Basada en hechos reales, cuenta la historia de Mike Ward, un boxeador nacido en un barrio que nadie sabría situar en el mapa, con aspiraciones a ser alguien en la vida, destinado a vivir bajo la sombra de su hermano hasta ser capaz de forjar su propia leyenda. Pero ¿qué pasa si ese hermano que en su momento fue un ídolo y puso el nombre del barrio en lo más alto, ahora es un adicto al crack? Pues que le da ese toque de pimentón, que consigue que cada vez que Christian Bale sale en plano, la película mejore enteros. Y es que uno de los alicientes de una película falta de originalidad, es la actuación de todos sus actores, con una mención especial al ya nombrado Bale.
La realización es tradicional y clásica, pero elegante, con la curiosidad de mostrar los combates de boxeo cómo si fuesen una retransmisión deportiva de la época, que refuerzan el hecho de que todo aquello pasó de verdad.
O'Russell hace hincapié en mostrar la trama familiar como motor de arranque y de fondo para la película, con giros de guión bastante previsibles y ciertos momentos de sopor a mitad de metraje. No obstante, toda esa vida alocada (una madre a la que lo más le importa es el dinero y tener hijos, 9 en total, de diferentes padres, unas hermanas que no hacen nada con su vida, un hermano drogadicto, una novia frustrada por no haber podido cumplir sus sueños...) toda esa "mierda", con perdón, que tiene que tragar el personaje, le lleva a él y al espectador a un final del todo o nada, del ahora o nunca, del éxito o el fracaso (de Micky, y de la película)

Un acierto: Christian Bale
Un fallo: No aporta nada nuevo

3 estrellas